UN OVNI SOBRE EL TIBIDABO
Esto sucedió cuando trabajaba para Editorial Bruguera y salía con la chica más guapa de la editorial, ya sabéis, Conchita.
Habíamos salido en mi viejo coche de segunda mano (un destartalado Renault), para pasar la tarde del domingo por la carretera que circula por la sierra de Collcerola, desde Molins de Rey a Barcelona. En aquellos años no había tráfico, estábamos prácticamente solos disfrutando de nuestra juventud en aquel viejo coche, cuando vimos algo que nos heló la sangre, y esto que nosotros de helados no lo estábamos en absoluto.
Era un atardecer, de suaves colores anaranjados por la puesta del sol, y entonces sucedió algo que habíamos deseado en lo más profundo de nuestro ser. Algo que habíamos hablado, en varias ocasiones, pensando qué haríamos si sucedía. Y allí estaba, majestuoso, surcando el cielo en dirección a la ciudad, suave y silencioso…, un ovni!
Era plateado y se alejaba majestuoso de nosotros, después de haber pasado sobre nuestras incrédulas cabezas, hacia un instante. Parecía una nave de gran tamaño que surcaba el cielo y no podíamos precisar a qué altura.
Nos volvimos locos los dos y arranqué el coche mientras Conchita gritaba: ¡Corre, corre, que no se escape…!. No hacía falta que insistiera, yo estaba tan emocionado como ella y corría ya por aquella sinuosa carretera detrás de algo que habíamos imaginado cien veces: un Ovni descendía y tomábamos contacto con unos extraterrestres,…¡nosotros!
Esta carretera está en pleno bosque y, mientras perseguíamos a aquella nave, a veces parecía más cerca y en otros momentos desaparecía de nuestra vista entre las copas de los arboles.
La persecución duro varios minutos, que se hicieron eternos, “¡Corre, corre, qué casi les tenemos ya!”, gritaba Conchita. Cuando estábamos ya más cerca y parecía que, de un momento a otro, iban a tomar tierra, estábamos convencidos que, poco después, estaríamos dentro de aquella nave abducidos por los extraterrestres.
En aquellos años se hablaba mucho de estas naves y varias personas decían que habían viajado en ellas después de ser abducidas. Se escribieron muchos libros sobre este tema y se aseguraba que los gobiernos de muchos países tenían documentos, fotografías y pruebas de la existencia de extraterrestres, pero que no se hacían públicos para no alarmar a la población.
Estábamos tan seguros de lo que veíamos, en aquellos momentos, que lo que sucedió entonces nos dejó perplejos e incrédulos: cuando estábamos ya tan cerca de aquel Ovni, que nos parecía imposible no llegar a tener contacto con ellos, la nave tropezó con la copa de un pino y cayó lentamente al suelo…
Hasta aquel momento no nos dimos cuenta de la realidad. ¡Se trataba de uno de estos globos que se elevan gracias a un algodón prendido en alcohol, y que el aire caliente hace elevar y volar llevado por el aire!. Cuando el alcohol se terminó, quedó ladeado, era plateado y con la luz de la puesta del sol los dos habríamos jurado ante un tribunal de la Santa Inquisición, si hubiera sido necesario, que aquello que habíamos estado persiguiendo era un Ovni.
Después de aquello ya dudo de cualquier cosa, por clara que me parezca.
Fue una época, es verdad, en la que el fenómeno ovni estaba en plena ebullición y todos veíamos ovnis de una forma u otra, pero todos ellos, me temo, tenían un explicación parecida a la que aquí nos relatas.
ResponderEliminarYo estaba convencido de que aquello era real, y en aquella epoca casi a diario se hablaba de Ovnis y desapariciones de personas.
ResponderEliminarEs curioso que ahora no haya ningún tipo de visiones.
Esto me recuerda aquella entrañable serie titulada "El gran heroe Americano" de principios de los ochenta. Menos mal que no eran extraterrestre que te querian dar un supertraje. Je!
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