Salimos corriendo, sin pagar el aperitivo…
Sucedió hace años, naturalmente. Mi novia y yo
fuimos hasta la ermita de Santa Creu d’Olordre, que está a mitad de camino en
la carretera que va de Barcelona a Molins de Rey por la cordillera de
Collcerola.
Habíamos dejado el coche, un viejo trasto de
segunda mano, a unos cien metros del pequeño bar que está pegado a la ermita.
Tomamos un aperitivo y, como acostumbran a hacer todas las mujeres, fue al
lavabo.
Al volver vio mi rostro preocupado: “¿Qué te
sucede?”, me preguntó ya algo nerviosa. “No encuentro la cartera y no llevo
nada para pagar. Levántate y empieza a andar hacia el coche, que yo vendré
corriendo, o nos tendremos que pasar la tarde fregando platos, como en los
tebeos”. Yo sabía que ella no llevaba nada tampoco, y la vi alejarse temblando
y más pálida que un folio.
Cuando había andado ya unos quince metros salí corriendo
tras ella y, al llegar a su altura, la tome del brazo y la hice correr conmigo.
Cuando llegamos al coche, vimos al camarero que levantaba el brazo haciendo
señales, con un tique en la mano, e imaginamos su rostro rojo de ira e
indignación.
Por suerte el coche se puso en marcha
enseguida, cosa que no sucedía siempre, y salimos disparados en dirección a la
ciudad.
Ella seguía pálida y muda hasta que balbuceó:
“¡No,... no te creía capaz de... de hacer algo así…! ¡No podremos volver jamás
aquí! ¡Qué,… qué vergüenza…! – “Yo tampoco”, le respondí, “pero a veces hacemos
cosas que nunca hubiésemos imaginado. Dicen que todos llevamos un asesino
dentro…”
Cuando llegábamos ya a Barcelona, la vi tan
angustiada que le dije la verdad. Mientras fue al lavabo yo le di el dinero al
camarero, que tenía que devolverme algo de cambio. Cuando nosotros corríamos
hacia el coche, el hombre nos hacia señales para avisarnos de que olvidábamos el
cambio, `precisamente. Yo aún me rio ahora, pero ella me dio en la cabeza con
un paraguas que llevaba. ¡La verdad es que, después, nos reímos los dos hasta
que nos saltaron las lágrimas!
Muy buena la broma que le gastaste.
ResponderEliminarCosas de juventud. Ahora supongo que ya no lo haría
ResponderEliminarLeído ahora hace gracia, pero creo que ella con el paraguazo, se quedó corta... jajaja. Acabo de descubrir hoy tú blog y soy un apasionado y estudioso del mundo Bruguera; te seguiré con mucho interés.
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