KID
KAROTA (La saga de los Cohonwood y la
flor oculta)
Esta historia, que rezuma lágrimas de principio
a fin, empieza en el magnífico y legendario castillo de Cohonwood, donde, para
alegría y ventura de sus padres, berrea un recién nacido: acaba de llegar a
este mundo su heredero!
Como todos sus predecesores en la dinastía de
la familia, desde que comenzó allá en tiempos del rey Arturo, la criatura
ostenta la marca que les hace inconfundibles: una hermosa flor en aquella parte
donde la espalda pierde su digno nombre. Es decir, y para no ir con florituras,
una flor en el culo.
La comadrona, después de dar la consabida torta
en el trasero al recién nacido, muestra éste a su padre sosteniéndolo por los
pies, para que pueda ver la marca de la flor en tan ilustre marco. El hombre
llora de alegría mientras asegura que jamás vio criatura más hermosa; pero no
es esta la opinión de la comadrona, quien piensa, mientras sostiene al crio con
cara de asco: “esto lo dice porque le ve por detrás, si le viera la cara… ¡Esto
no es un niño, esto es una verruga con patas! “Si no fuera porque le he visto
nacer, diría que a esta cosa no la han parido, la han cagado”.
Mientras, en el exterior, una sombra acecha en
la oscuridad esperando su oportunidad para terminar con la alegría y la paz de
aquel tranquilo y aristocrático lugar: Nino Cabroni, el mozo de la caballeriza,
quien, aún no sabemos por qué, planea su terrible venganza…
Y así empezaba la historia que escribí y comencé
a dibujar para Bruguera y que no llegó a publicarse pues poco después cerró sus
puertas para siempre.
Aunque a mí me ha gustado
más dibujar historias de fantasía, como Jan Europa, siempre lo he pasado bien
con historias de humor y, estoy convencido, de que esta habría sido una de las
que habría disfrutado haciéndola. Pero, por desgracia, con la desaparición de
Bruguera, muchas historietas quedaron en el tintero sin llegar a los kioscos
jamás.
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