15 dic 2012

Mi vida en Bruguera 14 - El estudio de Republica Argentina

Hoy voy a contar dos historias de las muchísimas que sucedieron en el estudio que Editorial Bruguera tenía en la calle Republica Argentina.
Hace unos días Jaume Lerma me pidió que me pusiera en contacto con su amiga Pikeras Lapérfida. Su padre también había trabajado para Bruguera, pues era dibujante.
Nos pusimos en contacto y vi el Blog que Pikeras ha creado para publicar las obras de su padre, muchas de ellas realizadas, sin duda, en el estudio del que he hablado.
Yo nunca estuve allí. Como que hacía la publicidad de la editorial, junto a la redacción, recogía los guiones y los entregaba allí mismo. A Piqueras, como a muchos otros, tan solo les veía si coincidíamos el día de cobro en recepción, junto a la caja.
Casualmente hace unos días, hablando con Trini Tinturé, sobre anécdotas de aquel estudio, donde ella si trabajó, me contó una en la que el protagonista fue Piqueras. De esto hace unas semanas y no sabía que, días después, me pondría en contacto con su hija.
La cosa fue así, según me contó Trini: una mañana Piqueras llegó al estudio maltrecho porqué el tranviario de la línea que pasaba por allí, y les transportaba a todos, le dio un golpe con una barra de hierro en el hombro y no sabía por qué. Debía estar de mala leche por alguna razón y se desahogó con el pobre Piqueras.
Al llegar al estudio y verle en aquel estado, salieron todos como una brigada vengadora a esperar el tranvía, (solo pasaba uno y hacía la circunvalación). Cuando el conductor asesino les vio con escobas, reglas, incluso una enorme regadera de hierro, y a Piqueras en el centro aguantado por dos o tres de sus compañeros, aceleró y no paró, a pesar de la gente que esperaba inocentemente para subir al tranvía. Tenían calculado cada vez que tocaba pasar el tranvía por allí y volvían a bajar otra vez a la calle, y así todo el día. Inutilizaron una parada de aquella línea, pero todo el grupo se lo pasaron de coña.
La vida tiene casualidades curiosas. Cuando Trini me contó esta historia no imaginaba que, pocos días después, conocería a la hija de Piqueras.
Y la segunda historia que contaré de aquel estudio, la protagonizó nuestro inefable Vázquez. El también iba a trabajar allí a veces. El estudio estaba formado por dos pisos de la misma planta, o sea que tenía dos puertas que daban al mismo rellano.
Nuestro amigo fue en taxi hasta allí y le dijo al taxista que le esperara, pues bajaría pronto.
Al llegar al estudio se puso a dibujar en su mesa tranquilamente, mientras el pobre taxista esperaba pacientemente frente al edificio. No sé el tiempo que pasó, pero al fin preguntó al portero y subió a la planta del estudio a ver qué sucedía con su cliente.
Manolo, en su mesa, oyó las voces que daba el hombre y, mientras este estaba en la entrada, por una de las puertas, él recogió sus páginas y carpeta y salió por la otra puerta sin que el hombre se diera cuenta. Imagino que ya no debe estar allí después de tantos años.

3 comentarios:

  1. jajjaa, me encantan tus anécdotas, Edmond! La del ranvia es impagable, me imagino allí al grupo de dbujantes en la calle en plan manifestación y a ese tranvía dando vueltas sin detenerse! XD

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  2. Esto yo no lo viví personalmente. Me lo contó Trini que ella si que lo pasó pues trabajaba en el estudio, pero es muy divertido.

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  3. ¡Jajajaja, este Vázquez, era tremendo! ¿Llegasteis a saber alguna vez por qué el tranviario había golpeado a Piqueras?

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