Esta semana tuve que acudir a la consulta de uno de ellos y, desgraciadamente, no tengo un Gran Danés para acompañarme. No se si a vosotros os sucede lo mismo, pero el dentista aprovecha cuando estás tumbado en el sillón de su consulta, con la boca abierta y él con un instrumento de tortura en la mano, para decirte entonces lo que va a costarte el arreglo.
Sales de allí, sin poder hablar, con la boca llena de gasas, y pensando en el Mercedes que va a comprarse aquel hombre a tu costa.
El lunes he de volver a verle e intentaré que alguien me deje uno de esos perros para que me acompañe. ¿Tiene alguno de vosotros uno para prestarme? Gracias.
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