En esta novela de Ross Macdonald, de la colección de novela negra que ilustré, Lew Archer descubre que la pistola con que han liquidado al sabueso es la misma que sirvió, quince años atrás, para quitar de la circulación a un tipo que se había embolsado medio millón de dolares. La pista de la pistola lleva hasta un par de cadáveres más y da forma a una sórdida histoia de crimenes y engaños, a una historia de desamor. Y Archer se limitará a dejarla al descubierto.
No le incumbe el castigo de los culpables, pero sí le importa la mirada del adiós que le dirigen quienes tienen las manos manchadas.
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