Ayer por la mañana llamaron a la puerta de mi casa. Era la portera, acompañada de un operario: en los bajos del edificio hay un restaurante, "El fogonet del peix", que este mes está cerrado, y una carta pegada en su fachada avisa que estan de obras, con el consiguiente permiso del ayuntamiento.
Segun me dijo la portera, habian detectado una fuga de agua que caia sobre el restaurante y estaban mirando piso por piso de donde podía venir. No era la primera vez que sucedia una cosa así y, como siempre, les dejé entrar para ver si podía venir de mi casa. La portera se quedó en el rellano de la escalera pues las puertas de los otros pisos estaban habiertas también para la misma comprobación.
Aquel hombre no se limitó a mirar la cocina, o los lavabos, de donde habitualmente puede proceder una avería de este tipo, sino que entro en el resto de habitaciones, miró por las ventanas y, en un momento dado, me dijo: "digale a mi compañero que entre para mirar entre los dos". Ahí reconozco que fuí un imbecil rematado, pues me fuí al rellano y le di a la portera el mensaje de aquel operario. El compañero no estaba y al regresar a la habitación el hombre insistió en que tenía que estar.
Siguió mirando por las ventanas, en otras habitaciones y al acabar se marchó, junto a la portera que le acompañó a otro piso.
Para mi nada anormal había sucedido pues, como he dicho antes, esto ha pasado anteriormente y en un piso u otro se ha encontrado el desperfecto.
Poco después volvió Marlen, la muchacha que me ayuda en el cuidado, ahora solo de mi padre, y le comenté que habiamos entrado en su habitación y el motivo.
No fué hasta la tarde que me dijo, "este hombre que vino ¿se quedó solo en algun momento?: Es que me ha desaparecido el ordenador pequeño". Hace poco se compró uno de más potente que, por suerte, tenía dentro del armario, y el que le faltaba era uno de muy sencillo que estaba sobre un mueble, junto al televisor.
Entonces nos dimos cuenta de lo sucedido: no era ningún operario pues aquel dia no trabajaban, como supimos después al llamar la portera al dueño del establecimiento. Aquel tipo se había hecho pasar por operario para poder entrar en los pisos, acompañado de la portera, a la primera que engañó. Naturalmente los vecinos, al verle acompañado por ella, no sospechamos nada. Si ningún vecino más observa la desaparición de algun objeto, tan solo nosotros habremos perdido este ordenador. Pero la rabia que sentí por el engaño y, sobre todo, por sentirme tan tonto al no darme cuenta de ello, aún me tiene cabreado.
La ilustración que acompaña este texto es de "Club de Misterio", la colección de novela negra que ilustré. El tipo que vino no tenía este aspecto de maleante, ni era extranjero como acostumbra a suceder ultimamente. Este era del pais y tenía todo el aspecto de un operario normal. ¡No os fieis de nadie, y menos si os dicen que teneis un escape de agua!